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Inerte:
El velo de la oscuridad acechó, cubrió de negro los espejos,
quedó satisfecho mi pecho apaciguado en su lecho.
Mis parpados abrigaron el brillo de mis ojos, los hipnotizó,
a unas sombras de matices grises me infectó el sueño.
Adentró en mí, los silbidos de cuna y dueño.
Me esforcé por no dormir tumbada en mi cama somnolienta
la pesadez negrura se burló de mí, inyectó una sutil dosis perfecta,
un fluir transpuesto me envolvió y a mis ojos, los siguientes.
¡No debo dormir! Le grito a las paredes absorbentes
¡Presiento el encuentro con la muerte!
El intento de incorporar, fracasó, él apresó mi mano y me arrastró,
forzó de mí, me atrapó, sin esfuerzo atenuó mi cuerpo.
Lo noté, noté que estaba cayendo al recóndito sueño.
Mi cabeza me pesó, todo mi cuerpo se derribó en plomo y asentó.
Caí, al deleite de sus brazos y allí ocurrió. Donde nací me vi morir.
De nuevo lo hizo, él volvió y mi alma absorbió en un soplo o dos.
Resurgí, en el mismo campo de trigo y siembra con él allí.
Cogidos de la mano ladeamos los dorados sin el tiempo al paso.
¿Regresaré…? Le repito en tres.
Él sonrió y de su mano impregnó mi rostro con incienso de velatorio.
EvaBSanZ
